Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1601
Legislatura: 1894-1895 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 18 de diciembre de 1894
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 30, 742-745
Tema: Debate sobre la crisis ministerial

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta) : Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S .

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta) : Entiendo que pocas palabras bastarán para contestar el discurso del Sr. Cos-Gayón, porque S. S. me ha dado hecha la mayor parte de mi tarea.

La síntesis política del discurso del Sr. Cos-Gayón se reduce o esto : el Ministro de Hacienda anterior ha caído por una votación de la Cámara, ha sido derrotado parlamentariamente: pues al marcharse el Ministro de Hacienda ha debido marcharse también el Gobierno de S. M.

El Sr. Cos-Gayón daba una importancia tal a la votación que tuvo lugar en esta Cámara el viernes último, que no sólo llevaba consigo, según S. S., la caída del Ministro de Hacienda,. sino que también la caída de todo el Gobierno; pero luego, ex abundantia cordis, ha venido a concluir diciendo que el Sr. Salvador se ha marchado, no por consecuencia de la votación, sino por debilidad, por no querer hacer los presupuestos para 1895-96. (El Sr. Romero Robledo: Pido la palabra en el segundo turno de la interpelación.)

Pues si se ha marchado por debilidad, si se ha marchado para no hacer los presupuestos de 1895-95, claro está que confiesa S. S. que no ha debido marcharse por la votación que ha tenido lugar el viernes (El Sr. Muro: Pido la palabra); porque, si no, ¿cómo S.S. hacia un cargo tan grave al Sr. Salvador? Si debía marcharse, si no podía menos de marcharse por la votación del viernes, ¿por qué S. S. le dirigía el cargo de que se había marchado por no querer hacer los presupuestos de 1895-96?

Pues bien; el Sr. Cos-Gayón, al afirmar eso, ha destruido la principal obra política de todo su discurso, contenida en el desarrollo de su interpelación.

Pero, en fin, como no es cosa de que yo deje de contestar a S. S., que, por otra parte, ha estado perfectamente correcto en la forma, no faltando en nada a las buenas prácticas parlamentarias ni a los deberes que los unos nos debemos aquí a los otros, claro es que he de hacerme cargo de las observaciones de S. S.

Su señoría ha dado una importancia que no se ha dado jamás a votaciones como la que tuvo lugar aquí el viernes último, y eso que S. S. no hace arrancar la crisis de aquella votación, sino de dos tumultos que hubo y que yo no tuve el disgusto de presenciar más que en parte; no presencié el primero, y presencié parte del segundo. Según S. S., la dimisión del anterior Ministro de Hacienda arranca de dos tumultos: primero, el que se originó por unos aplausos que salieron de algunos individuos de la mayoría, y segundo, el que se originó a consecuencia de una proposición de confianza.

Pues si el Sr. Cos-Gayón hace arrancar de esos tumultos la crisis, claro es que desaparece también como base de la dimisión del Sr. Salvador el resultado de la votación del otro día. Y tiene razón S . S. en no hacer arrancar la crisis de la votación del otro día, aunque de ella la ha hecho arrancar el señor Salvador ; porque, señores, ¿cuándo ha sido motivo, no sólo para que dimita un Ministro, sino para que dimita todo un Gobierno, la votación sobre si se debe tomar o no en consideración una proposición de ley? (El Sr. Romero Robledo: Siempre.) Jamás se ha visto que haya caído un Gobierno por semejante cosa; ha salido algún Ministro por una votación semejante, no por la votación en sí misma, sino por accidentes ocurridos en ella.

Una votación para resolver si se ha de tomar o no en consideración una proposición de ley, ¿cómo ha de determinar la confianza o la desconfianza de la mayoría, ni cómo ha de determinar una cuestión de gobierno, una de esas cuestiones de Gabinete que son las que producen la salida de un Gobierno o de un Ministro? ¿Dónde se ha visto eso? ¿Cómo había de afectar de modo alguno a la gestión financiera del Ministro de Hacienda, de la cual estaban satisfechos todos sus compañeros, y entiendo que estaba satisfecho el país, a una gestión en la cual no había tenido ningún fracaso, sino evidentes éxitos ¿A dónde iríamos a parar si por una votación muchas veces debida a la travesura de un Diputado, o a la estrategia de una fracción, hubiera de caer un Ministro o hubiera de caer todo el Gobierno?

Su señoría quiere comparar esa votación con una que tuvo lugar aquí el año 1892, y en la cual parece, pues yo no me acordaba, que pronuncié un discurso dirigido contra el Sr. Cánovas del Castillo, que entonces era Presidente del Consejo de Ministros.

¿Tiene que ver algo una votación con otra votación? (El Sr. Romero Robledo: ¡Ya lo creo!) ¿Tiene que ver algo la toma en consideración de una proposición de un Diputado en la cual, no siendo cuestión de Gobierno, los Diputados se creen en cierta libertad que no se toman en cuestiones de Gabinete, en una cuestión evidente de Gobierno, con la cuestión planteada por el Sr. Cánovas del Castillo o por sus amigos, y de la cual se dijo evidentemente que era una cuestión de confianza? Claro está que en una cuestión de confianza la votación lleva consigo la existencia o la muerte del Gobierno. Lo que yo decía al Sr. Cánovas del Castillo, es que después de lo ocurrido el día anterior o dos días antes, en que gallardamente había ofrecido abandonar el poder, no podía después venir a ampararse en una proposición de confianza que tuvo una exigua votación, y quedarse, apartándose de lo que había dicho el día anterior. Eso es lo que yo quise decir al Sr. Cánovas del Castillo, y lo que le dije. ¿Qué tiene que ver eso con la votación para la toma o no en consideración de una proposición de ley?

El Sr. Salvador entendió equivocadamente que la actitud de una parte de la mayoría al no seguir su consejo para no tomar en consideración una proposición parecida a otras proposiciones de ley que an-[742] teriormente se habían tomado en consideración, era como una falta de confianza a su gestión financiera, y este es el error del cual no hemos podido disuadirle; y en este concepto, y tomando esa indicación y ese incidente parlamentario como manifestación de desagrado de una parte de la mayoría, anunció aquí su dimisión, y a pesar de los esfuerzos de sus compañeros, que creían que no había motivo bastante para considerar eso como una manifestación de desagrado a su gestión financiera, en la cual, como ya he dicho, no había tenido fracasos, sino que había tenido evidentes éxitos, el Sr. Salvador insistió en su resolución . Y por eso reuní yo a los ex-Ministros, para ver si no daban a la votación recaída sobre la toma en consideración de la proposición el alcance y gravedad que la daba el Sr. Salvador, y para ver en vista de esto si hacíamos desistir al Sr. Salvador de su resolución, y presentar un voto de confianza a todo el Gobierno, incluso al Sr. Salvador, con el objeto de que éste se quedara en el Gobierno. Ese fue el objeto de la reunión de los ex-Ministros, a la cual no convoqué al Presidente de esta Cámara porque por este mismo carácter me pareció a mí que se le debía excluir de estas cuestiones de partido, pues al fin y al cabo, esta era una cuestión de partido, y porque además había hablado con él la víspera, como con los demás compañeros, y a los cuales no les cité por la misma razón.

Pues bien; todos convinimos, sin equívocos, sin reservas ni vacilaciones, en que aquella votación no tenía la importancia que le daba el Sr. Salvador ; que si el Sr. Salvador retiraba la dimisión, se presentaría un voto de confianza que todos se prestaron a firmar y a apoyar . Ya ve S. S. cómo no hubo ni negaciones ni ninguna de esas cosas que supone S. S.

Llamé yo al Sr. Salvador, y no pude conseguir que retirara la dimisión, puesto que me dijo que insistía en ella, cualquiera que fuera para con él la conducta de la mayoría en sucesivas sesiones. Obligado yo ya a dar cuenta a S. M. de la dimisión presentada de manera tan irrevocable, ya no cabía el voto de confianza; porque se hubiera dicho, y con razón, que el voto venía a hacer presión sobre la prerrogativa Regia. En aquel momento convoqué a los Ministros en el despacho de esta Cámara para decirles lo que pasaba y convenir en que la proposición de confianza que ya tenían firmada algunos amigos no se presentara, porque era, no sólo inútil, sino peligrosa o inconveniente, y entonces vine a este salón a pronunciar las palabras que oyó el Congreso respecto a la dimisión del Sr. Salvador.

Esto es lo que ha pasado en la reunión de ex-Ministros a que ha hecho referencia el Sr. Cos-Gayón; pero S. S., permítame que se lo diga, para fundar su aserto se ha valido de recortes de periódicos, y el Sr. Cos-Gayón, que ha sido Ministro y que ha funcionado activamente en la elaboración de varias crisis como actor, sabe muy bien los errores que los periódicos involuntariamente cometen en todo lo que se refiere a la manera de desarrollarse una crisis, razón por la cual S. S. no ha hecho bien en dirigir ciertos cargos al Gobierno fundados en lo que la prensa había dicho sobre el desenvolvimiento de la crisis reciente ; y me refiero lo mismo a los periódicos ministeriales que a los adversarios, porque unos y otros suelen equivocarse generalmente en estas cosas.

Por lo demás, yo no he podido decir nunca que la Regia prerrogativa se encuentre en modo alguno cohibida jamás, cualquiera que sea la situación de las cosas y cualquiera que sea la situación del partido que domine en momentos dados. Lo que he podido decir es, que puede un partido gobernante encontrarse en situación difícil para gobernar con aquel desahogo que debe tener un Gobierno para ejercer dentro de las leyes su elevadísima misión; pero la Corona jamás tendrá dificultades si los partidos gobernantes conocen los más elementales deberes del patriotismo; porque, después de todo, si un partido gobernante tropieza con dificultades en ciertos momentos para legalizar en breve plazo la situación económica del país, los otros partidos gobernantes, o no tienen patriotismo, o no merecen considerarse como tales partidos, si no vienen en ayuda del Gobierno para legalizar la situación y facilitar la salida de aquella dificultad . (Muestras de aprobación en la mayoría.)

De manera que el Gobierno de un partido puede encontrarse en circunstancias difíciles por la premura del tiempo, o por cualquiera otra causa, pero la prerrogativa Real jamás; que para eso están los partidos: para servirla honrada y patrióticamente, y para salvar todas las dificultades dependientes de las circunstancias difíciles por que pueda el país atravesar.

Me parece que contesto con esto terminantemente a la pregunta que se ha servido dirigirme el señor Cos-Gayón. Si no le satisface esta respuesta, todavía estoy dispuesto a dársela tan explícita como pueda desear, porque en ese particular no me duelen prendas. Yo no he podido decir ahora ni nunca que la prerrogativa Real pueda encontrarse cohibida en ningún momento; para eso está el patriotismo de los partidos... (El Sr. Romero Robledo: Y aunque carezcan de él ; no dependen del patriotismo de los partidos las prerrogativas de la Corona.) Pero mejor será siempre que de él no carezcan ; porque si los partidos gobernantes no tienen patriotismo, pueden los Gobiernos encontrarse en situación difícil ; y aunque el Gobierno en ciertas y determinadas situaciones puede pacer algunas cosas fuera de la ley... (El Sr. Romero Robledo: Su señoría ha enseñado el camino en esas circunstancias; de modo que no hay nada que inventar; no hay más que imitar a S. S.)

Como el Sr. Romero Robledo parece que viene en tono muy distinto del empleado por el Sr. Cos-Gayón, yo ahora estoy contestando como creo que procede al Sr. Cos-Gayón; y luego, cuando conteste al Sr. .Romero Robledo, lo haré en el tono en que S. S. se exprese. (Muestras de aprobación en la mayoría.)

Repito que si al Sr. Cos-Gayón no le satisface esta respuesta, estoy dispuesto a ampliarla todo lo necesario para que S. S. quede completamente satisfecho.

También ha padecido S. S. una grandísima equivocación al creer que, al retirarse el Sr. Salvador por la votación del otro día, ha debido retirarse el Gobierno, porque el acto que realizó la mayoría reveló una gran descomposición y la colocó además enfrente del Gobierno. Pues eso no lo creía ni lo puede creer el Gobierno . En aquel día, sea por erróneas interpretaciones, por mala inteligencia, por lo que quiera que sea, las pasiones se exasperaron, todo el mundo perdió su serenidad... (Fuertes rumores.) Cuando entre yo aquí, todo el mun-[743] do... (El Sr. Romero Robledo pronuncia algunas palabras que no se perciben a causa de las afirmaciones y denegaciones que se cruzan entre los bancos de la mayoría y los de las minorías.- El Sr. Presidente agita fuertemente la campanilla.) Y más que todo el mundo, S. S. (dirigiéndose al Sr. Romero Robledo), que obligó a sus amigos a retirarse cuando no había motivo ninguno para semejante cosa. (Rumores y denegaciones en la minoría conservadora.) Todo el mundo perdió su serenidad, repito; nadie quedó en su sitio ; y la confusión fue tal, que no sólo se combatían unos a otros, con encono inusitado, los adversarios, sino que se combatían los amigos unos a otros. (Varios Sres. Diputados de la mayoría: Sí, sí, es verdad .- El Sr. Romero Robledo pronuncia algunas palabras que no se perciben .) Su señoría, que fue el que por error o lo que fuera adoptó aquí una actitud que no debió adoptar, ¿por qué se extraña de que la mayoría adoptara también actitudes que no debió adoptar?

El Gobierno, pues, no ha dudado un solo momento de la mayoría, ni tenía motivo para dudar; que aún los mismos que votaron la toma en consideración de la proposición del Sr. Fernández Daza, aún ésos no hubieran votado en su favor si hubieran sabido que eso podía molestar al Gobierno o causar la retirada del Ministro de Hacienda. (El Sr. Silvela, D. Eugenio: Hubieran votado lo mismo todos los Diputados extremeños.- Varios Sres. Diputados de la mayoría: No, no.- Otros señores de las minorías: Sí, sí.- Grandes rumores y protestas que se cruzan de unos bancos a otros .)

El Sr. PRESIDENTE: Orden, orden.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta) : Que la mayoría deje en esa ilusión al señor Silvela y al partido conservador, para que vean los chascos que el partido conservador y S. S. se van a llevar. (Risas y rumores.)

El Sr. Cos-Gayón insiste en que no tenemos programa, en que no vivimos más que del equívoco, y en que este partido y este gobierno se deben llamar Gobierno y partido de los equívocos.

También en esto se equivoca S. S.: jamás programa alguno de Gobierno ha sido más terminante y más definido.

El programa del partido liberal es terminante y definido, y además, es definido y terminante lo que el Gobierno tiene que realizar en esta legislatura; porque el Gobierno está decidido, no sólo a cumplir todos los propósitos del partido liberal, sino a resolver los problemas urgentes, absolutamente urgentes, que más interesan hoy a la vida de la Nación, a saber: la revisión arancelaria, de absoluta necesidad para restablecer nuestras relaciones comerciales con las Naciones extranjeras sobre la base, esencial en estos tiempos, de continuar nuestras buenas relaciones políticas internacionales. ¿Qué ha hecho para eso? ¿No es un programa definido el proyecto que esta sobre la mesa? ¿Cómo queréis que lo defina más? Queremos una columna razonable con la que podamos tratar con las Naciones extranjeras, y para eso hemos establecido ciertos límites determinados también en el proyecto de ley. ¿Se puede dar nada más definido y nada más terminante? ¿Qué encontráis de deficiente en ese proyecto de ley?

Reformas de Ultramar. Las reformas de Ultramar también son indispensables, de urgente resolución, porque resultan con amplio espíritu liberal sobre la base de transacciones patrióticas de todos los partidos, y serán la causa de pacificación de los espíritus, con la cual vendrán el bienestar y la prosperidad de aquellas queridas provincias. ¿Queréis una definición más completa del programa del Gobierno en ese punto, que el proyecto de ley presentado? Pues no hay nada más definido .

Claro es que un proyecto de tal importancia, que tanto afecta a la manera de ser de aquella importantísima región de la Nación española, no puede ser presentado por el Gobierno con criterio tan absoluto y cerrado que no admita aquellas transacciones patrióticas que vengan a aunar mayor número de voluntades y a perfeccionar la obra que a todos por igual nos interesa . Pues a eso está dispuesto el Gobierno, y eso lo está realizando hasta ahora con buen éxito. ¿Se puede decir que en esto también el Gobierno vacila y duda, y no vive más que de equívocos?

En la cuestión de presupuestos, dado lo que hemos hecho, dado el camino que ha seguido el anterior Sr. Ministro de Hacienda, dado el camino que ha de seguir su sucesor, ¿se puede decir que vivimos del equívoco, que tenemos vacilaciones y que no tenemos programa definido? No; nosotros tenemos un programa definido y resuelto, como puede serlo el de cualquier otro partido político . Porque, después de todo, se dice que nosotros vivimos en el equívoco, que no tenemos programa definido ; pero ¿cuál es el programa de los que ese cargo nos dirigen? ¿Qué programa es decir, cuando se trata de la cuestión arancelaria, somos proteccionistas, si aquí todos somos proteccionistas? ¿Dónde está aquí el libre cambio como medida de gobierno; en qué proyecto de ley, cuando no hay partida del arancel, aún del más liberal, que no diste cien leguas del libre cambio? ¿Qué significa eso de tener sistema proteccionista?

Vosotros habéis adoptado la protección ciega, mientras nosotros adoptamos una protección razonable, que permite... (Un Sr. Diputado : El tratado con Alemania.) Si, señores; los tratados son un sistema de protección razonable, que está muy lejos del libre cambio; son una protección razonable, que permite poder tratar con las demás Naciones.

Después de todo, yo no conozco vuestro programa, ni en eso ni en nada, para que vengáis a echarnos en cara a nosotros que no tenemos programa, que no andamos más que de vacilación en vacilación, de la derecha a la izquierda, y que valiera más que nos estuviéramos quietos. Después de todo, el Gobierno está decidido a que dentro de esta legislatura se resuelvan esos tres grandes problemas a que he hecho referencia, a que se resuelvan, y se resolverán, porque es urgente resolverlos; y para eso, claro está que el Gobierno, no sólo ha de contar con el apoyo absoluto y la adhesión incondicional de la mayoría, sino que espera contar con el concurso, aunque con la oposición de las minorías; y lo que es necesario resolver, que se resuelva, no más tarde ni más temprano, sino cuando sea necesario: que las mayorías no se conducen como deben conducirse, ni las minorías de partidos gobernantes cumplen sus deberes no prestándose a que los asuntos se resuelvan; porque si esos problemas, que son urgentísimos, no se resolvieran, a pesar de los esfuerzos del Gobierno, por la actitud de las mayorías o de las minorías, ¿qué resultaría? Resultaría una cosa tremen-[744] da; resultaría que las Cortes eran incapaces de gobernar, eran estériles, y las Cortes condenadas a la esterilidad no son sino peligrosas al régimen representativo. Yo no espero que eso pase por mi país, por las Cortes, por las instituciones, por la paz pública, porque, después de todo, repito que las Cortes condenadas a la esterilidad son un peligro para las instituciones y para la paz del país.

El Sr. PRESIDENTE: Se suspende esta discusión.



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